lunes, 18 de junio de 2012

LA QUINCEAÑERA

Mi viejo, que al menos fue capaz de presentersarse en el mío luego de amenazar hasta la noche anterior en que no lo haría, sentenció que de ningún modo acudiría al cumpleaños de quince de la hija de su mujer. Actitud que a mí me resulta sumamente familiar. Lo que no me esperaba es que a cambio de su ausencia fuesemos mi hermana y yo en su representación. Para que nos ubiquemos, hace ya una década que pasé por ese momento mágico que tuve que aceptar, sin decir ni mú, porque el puto corralito se llevó mi posibilidad de irme a Disney SOLA tal y como me lo habían prometido. Y las cosas cambiaron bastante.

Por empezar, mi hermanita menor no es de la clase de quinceañeras putitas que uno puede cruzarse en cualquier esquina del centro. Digamos que posee un grado de niñez bastante elevado. Con lo cual me imaginaba un típico cumpleaños de princesas, con velas, llanto, vals, videos y poco alcohol. Embole total. Mi hermana no tuvo mejor idea que pedirle a nuestra mamá suplente que intente sentarla cerca de los hijos de sus amigas por las dudas de que hubiese algo potable que garronear.

Previo paso por la peluquería donde no solo me peinaron la cabeza como a Luisa Kuliok sino que además me peinaron para adentro, nos fuímos para la festichola. Nuestra mesa era la número dos. La mismísima mesa donde estaba sentado toda la familia directa. Es decir, de un lado del ring la mamá y, hermanitas Pombo de por medio, el papá de la chiquita que no tuvo ningún reparo en mirarme toda la noche las tetas y comentarlas con el tío lejano de la familia mientras su mujer ponía cara de no entender. Al lado de mi hermana, por calentona le salió mal la jugada, le sentaron al único (casi) hombre que consiguieron, hijo del tío lejano y la yonofuí, que resultaba ser el padrino de la pendeja. Era el mismísimo Carlos Baute con esa sonrisa dibujada en la cara que me daba ganas de borrarsela de una piña. Por supuesto que yo solo no le hablaba sino que además alentaba al muchacho a que conversara con mi hermana por pelotuda.





La cuestión fue que entre una y otra copa de vino blanco la historia se fue poniendo interesante y decidimos analizar semejanzas y diferencias de esa fiesta vs. nuestras fiestas. Y salieron las siguientes conclusiones de la cabeza de dos veteranas borrachas.

- Las pendejas de quince años tienen acceso a una ropa y zapatos que nosotras no sólo no podíamos comprar sino que si osábamos querer usarlo nos sacaban las ganas a patadas en el orto.

-Durante no menos de cuarenta minutos sonaron todas las canciones de música electrónica comercial que haya dando vueltas en el mercado.

- Al tiempo que sonaba "La ventanita del amor", previo soborno mío al disc jockey, nosotras estábamos a punto de explotar de la emoción, agarramos a la agasajada para bailar, comentando "que buena canción!!" y la gurrumina no tenía NI idea de quien era el grupo "Sombras".

- Los hombres siguen bailando entre ellos y las mujeres se franelean como si fuesen novias, van agarradas de la mano para todos lados, se sientan unas arribas de otras y se acarician, mas en una intención de provocar que de confidentes.
Un poco nos debemos haber contagiado nosotras que entre el plato principal y el postre nos metidos en el baño a sacarnos esta foto.





Cuando el alcohol hizo lo suyo, no solo bailé el meneaito y conversé con Carlitos Baute, sino que en un acto de total inconsciencia y frente a todos los presentes desconocidos, me acerqué al medio de la pista, en actitud maleva le toqué el hombro a un niño devenido en wachiturro y lo desafié a un duelo de baile al mejor estilo Tinelli. Todos los presentes hicieron una ronda en torno a nosotros y yo terminé demostrando que estaré un poco gorda, estresada y vieja pero a este cuerpito lo hago hacer milagros de tanto en tanto.

Con los tacos flojos de mis zapatos y la resaca a cuestas, nos subimos a un taxi pensando con qué pegarnosla en la fiesta electrónica a la que nos dirigíamos. Y ahora, un mes y medio después, todavía rechazo las invitaciones del facebook de los compañeritos del colegio que se deben clavar mas de una pensando en las hermanitas mayores.

2 comentarios:

  1. amiga como me haces reír. Ni hablar de que al llegar a la fiesta, como en mi caso con los 30 pirulos encima, te das cuenta que tús 15 se fueron al caraj... que ya no te queda nada firme, que bailas como tú vieja y que la faja que te pusiste para aprisionar los rollos estas pidiendo vacaciones. TERRIBLE jajaja

    ResponderEliminar
  2. Soy la hermana calentona y recien le esto!!! me agrego al facebook Carlos Baute y me seguia hablando sin parar... pero como estuvo esa fiesta electrónica mamaaaa!!

    ResponderEliminar