lunes, 18 de junio de 2012

LA QUINCEAÑERA

Mi viejo, que al menos fue capaz de presentersarse en el mío luego de amenazar hasta la noche anterior en que no lo haría, sentenció que de ningún modo acudiría al cumpleaños de quince de la hija de su mujer. Actitud que a mí me resulta sumamente familiar. Lo que no me esperaba es que a cambio de su ausencia fuesemos mi hermana y yo en su representación. Para que nos ubiquemos, hace ya una década que pasé por ese momento mágico que tuve que aceptar, sin decir ni mú, porque el puto corralito se llevó mi posibilidad de irme a Disney SOLA tal y como me lo habían prometido. Y las cosas cambiaron bastante.

Por empezar, mi hermanita menor no es de la clase de quinceañeras putitas que uno puede cruzarse en cualquier esquina del centro. Digamos que posee un grado de niñez bastante elevado. Con lo cual me imaginaba un típico cumpleaños de princesas, con velas, llanto, vals, videos y poco alcohol. Embole total. Mi hermana no tuvo mejor idea que pedirle a nuestra mamá suplente que intente sentarla cerca de los hijos de sus amigas por las dudas de que hubiese algo potable que garronear.

Previo paso por la peluquería donde no solo me peinaron la cabeza como a Luisa Kuliok sino que además me peinaron para adentro, nos fuímos para la festichola. Nuestra mesa era la número dos. La mismísima mesa donde estaba sentado toda la familia directa. Es decir, de un lado del ring la mamá y, hermanitas Pombo de por medio, el papá de la chiquita que no tuvo ningún reparo en mirarme toda la noche las tetas y comentarlas con el tío lejano de la familia mientras su mujer ponía cara de no entender. Al lado de mi hermana, por calentona le salió mal la jugada, le sentaron al único (casi) hombre que consiguieron, hijo del tío lejano y la yonofuí, que resultaba ser el padrino de la pendeja. Era el mismísimo Carlos Baute con esa sonrisa dibujada en la cara que me daba ganas de borrarsela de una piña. Por supuesto que yo solo no le hablaba sino que además alentaba al muchacho a que conversara con mi hermana por pelotuda.





La cuestión fue que entre una y otra copa de vino blanco la historia se fue poniendo interesante y decidimos analizar semejanzas y diferencias de esa fiesta vs. nuestras fiestas. Y salieron las siguientes conclusiones de la cabeza de dos veteranas borrachas.

- Las pendejas de quince años tienen acceso a una ropa y zapatos que nosotras no sólo no podíamos comprar sino que si osábamos querer usarlo nos sacaban las ganas a patadas en el orto.

-Durante no menos de cuarenta minutos sonaron todas las canciones de música electrónica comercial que haya dando vueltas en el mercado.

- Al tiempo que sonaba "La ventanita del amor", previo soborno mío al disc jockey, nosotras estábamos a punto de explotar de la emoción, agarramos a la agasajada para bailar, comentando "que buena canción!!" y la gurrumina no tenía NI idea de quien era el grupo "Sombras".

- Los hombres siguen bailando entre ellos y las mujeres se franelean como si fuesen novias, van agarradas de la mano para todos lados, se sientan unas arribas de otras y se acarician, mas en una intención de provocar que de confidentes.
Un poco nos debemos haber contagiado nosotras que entre el plato principal y el postre nos metidos en el baño a sacarnos esta foto.





Cuando el alcohol hizo lo suyo, no solo bailé el meneaito y conversé con Carlitos Baute, sino que en un acto de total inconsciencia y frente a todos los presentes desconocidos, me acerqué al medio de la pista, en actitud maleva le toqué el hombro a un niño devenido en wachiturro y lo desafié a un duelo de baile al mejor estilo Tinelli. Todos los presentes hicieron una ronda en torno a nosotros y yo terminé demostrando que estaré un poco gorda, estresada y vieja pero a este cuerpito lo hago hacer milagros de tanto en tanto.

Con los tacos flojos de mis zapatos y la resaca a cuestas, nos subimos a un taxi pensando con qué pegarnosla en la fiesta electrónica a la que nos dirigíamos. Y ahora, un mes y medio después, todavía rechazo las invitaciones del facebook de los compañeritos del colegio que se deben clavar mas de una pensando en las hermanitas mayores.

miércoles, 25 de abril de 2012

LICENCIA PARA AMAR

Amigos mios, henos aqui nuevamente, luego de unas extensas vacaciones en las que me dispuse a navegar en los mares del amor, el sexo, la comida, la música y todo lo que trae aparejado estar saliendo con alguien. Sí. Me tomé una licencia para amar. Pero los extrañaba. Les cuento que me dí cuenta de algo. Me dí cuenta de que cuando estamos de novio, en realidad, nos estamos tomando una licencia. Elegimos a un/a pobre desgraciado/a a quien regalarle toooooooooooooodas las atenciones que seríamos incapaces de otorgarle a nadie mas. Que incluso negaríamos a nosotros mismos. En nombre del amor somos capaces de aprendernos la receta de su comida favorita, practicar alguna religión distinta e incluso, ofrecer nuestras esculpidas manos para rascarle la espalda. Así es. Asumimos que somos capaces de masajearle los pies luego de un intenso día de trabajo. De ponernos a dieta. Arrancar el gimnasio. Y en el caso de los mas osados, entablar relaciones amistosas, cuanto menos cordiales, con sus ex novios/as porque ellos terminaron bien. Aceptamos de buena manera sacrificar valiosos treinta minutos de sueño para llevarle el desayuno a la cama casi todas las mañanas. Asimilamos que tiene una relación casi matrimonial con su perro y damos el visto bueno a que, de tanto en tanto, lo suba a los pies de cama. Desarrollamos una enoooooooooooorme paciencia y contamos hasta cien antes de osar levantar ínfimamente el tono de voz. Sonreímos exageradamente porque alguna vez nos dijo que le gustaba nuestra sonrisa. Nos cortamos los dedos antes de llamar para hacerle un reclamo porque nos volvemos comprensivos, tolerantes y lógicos. Si nuestro/a compañero/a posee un trabajo con cierto grado de exposición entendemos que recibir propuestas indecentes del sexo opuesto tiene que ver con las reglas del juego. Nos quedamos toda la noche en vela si tiene fiebre. Pero a cambio, con toda la sutileza posible, exigimos. A mí, por ejemplo, me gusta que mi hombre me rasque la cabeza, me haga masajes, me traiga el desayuno a la cama, espere a que pasen mínimo quince minutos para dejar de hacerme cucharita y atrincherarse en la otra punta de la cama donde mis piernas calientes y mi culo frío no llegan a tocarlo. Le exijo que me haga felíz estirando la cortina del baño cuando está mojada, que se saque el calzón para meterse en la cama, que se deje apretar granos y sacar pelos encarnados, que acepte que mi celular debe sonar desde las siete hasta los ocho de la mañana, cada diez minutos, para terminar levantándome finalmente a la misma hora que él. A mi que no me vendan verdura. Yo no me fumo esa historieta de "dar sin recibir nada a cambio", no señor! A mí, si me conquistaste con los masajes de vaselina que arrancan en la nuca y terminan en quilombo, ni se te ocurra hacerte el cancherito diciendo que te duelen las manos. De ninguna manera. Yo te compro los frutos secos, acepto que te hagas vegetariano, practicamos el sexo taoísta y te ayudo a soldar los cables porque andas con problemas para enfocar pero vos me acompañas al cumpleaños de la tía Chola, me armas el bolso del gimnasio cuando sabes que ando corta de tiempo, aceptas mi inevitable impulso a interrimpurte antes de acabar cada frase para meter acotaciones y me piropeas mucho para contrarrestar los cuatro kilos que no puedo sacarme de encima. De esto me dí cuenta, entre tantas otras cosas, en este tiempo de licencia. Pero acá estamos. Ustedes lo pidieron, amiguitos/as, ustedes lo tienen. Calentemos otra vez los motores, hagamos arder las cubiertas, ajustémonos el cinturón. Volví. Me quedo. Vení, SUBITE A MI CAMION. Este posteo va dedicado a Rocío, María Cecilia, Sebastían, De tu madre y María Eugenia, que fueron los primeros cinco en sugerir mi regreso. Y también a Juanjo, Paula, Vicky, Federico, Romina, Anahí, Marcelo, Enriqueta, Paula, la Atucha, Jose, Juliana, elnegrofón, Markus, Nenu, el melli Maxi, Juan Ignacio y La Tola. Y muy pero muy especialmente, a ANITA Y SEBA, que si no fuera porque el embarazo los sensibilizó, estaban a punto de quitarme el saludo. AH! Y al ANTIGALAN, que contra todo pronóstico (tal como lo indica su apodo), se adueñó rotundamente de mi corazón

domingo, 29 de enero de 2012

EL SINDROME DEL HIJO DEL MEDIO

Siempre tuve la culpa de todo. Quizá sea el síndrome del hijo del medio. Mi karma. Nada será suficiente nunca. No alcanza con ser el mejor de tu clase, ni el mas educado. No importa si trabajas desde chico para pagarte tus estudios. Vas a pasar siempre desapercibido. Nunca te van a dar la ropa mas linda sino, por el contrario, vas a heredar la de tus hermanos mayores. Lo tuyo son los juguetes usados. Vas a tener la culpa de todo porque el menor siempre será el mas chico. Vas a querer hacer el mínimo ruido posible y causar la menor cantidad de problemas porque sabes que bastante tuvieron ya con los mas grandes y tienen que ocupar su atención en el bebé. "No es que no te demos bola, simplemente siempre fuiste la que causó menos dolores de cabeza", es la frase que tiene que conformarte.

El hijo del medio crece independiente. Desarrolla una asombrosa capacidad para ser invisible. Paga todos los platos rotos y aprende a conformarse con lo que hay. Su destino es ese. No hay nada que hacer. No hay sacrificio que alcance. Confunden su nombre con el de sus hermanos o lo categorizan como "la hermano/a de..." . Siempre recibe los peores castigos. Vive a la sombra de sus mayores y protegiendo al menor. Generalmente es el primero en irse de su casa.

Pero el hijo del medio se hace adulto. Crece. Entiende su futuro como una chance para dar vuelta la hoja. Es LA oportunidad para liberarse. Para sentirse importante en la vida de alguien. Para ser reconocido. El hijo del medio generalmente es buen compañero. Buen empleado. Buen amigo. Buen novio. Sabe arreglarselas solo. Se destaca en al menos una actividad. Es solidario. Y solitario. Exigente consigo mismo. Busca y necesita reconocimiento.

Cuando el hijo del medio se enamora hace lo posible para que el otro vislumbre sus méritos. Le pregunta veinte veces si estaba rica la comida, si lo quiere, le concede los gustos, se esmera, satisface sus deseos. Pero un día alguien se lo recuerda. Lo agarra fuerte por los brazos y lo sacude rabiosamente. "Y si, capaz que es tu culpa" -le dice.

Nunca será suficiente nada de lo que haga porque siempre tendrá la culpa de todo. No en vano siempre fue el hijo del medio

NO ESTA TAN MAL CUMPLIR AÑOS

Cumplir años es un pijazo en el orto de chanfle. No solo envejeces sino que el espejo te escupe en la cara la verdad de tus propias miserias. Te das cuenta que todo lo que te decían tus mayores, esos a los que pocas veces tomas en cuenta, se va convirtiendo en realidad. Y los años se escurren entre las manos como la arena. No hay vuelta atrás. Lo que te funcionaba hasta hace apenas unos meses capaz que ahora pierde todo tipo de eficacia. Se te cae el culo, la celulitis amenaza con hacer una pandemia en todo el cuerpo, ya no sirve eso de estar dos días haciendo huelga de hambre. No no, lo que se deposita en la chicha ahí se queda hasta que decidas internarte en terapia intensiva gimnástica o te sometas a la cariñosa y siempre amiga ayuda de algún aparatejo ultracavitador o al bisturí afilado de cualquier mediquito que atienda por OSDE.

Pero cumplir años no es solo eso. A veces te agarra el raye y a pesar de que, en apariencia, no haya mucho que festejar, decidís organizar una fiesta en tu casa e invitar a las mismas ciento cincuenta personas de siempre a sabiendas de que solo van a venir cuarenta para que las ciento diez restantes te den mil y un excusas pelotudas (que no pedís ni necesitás) de por qué se ausentaron.

Y ahí estás vos, corriendo de aquí para allá obsesionada de que todos estén a gusto, contentos, conformes, estresada, aburrida, de mal humor, hablandole mal a todo el que se cruza en tu camino, pero atenta. Te ponés insufrible, colérica y angustiada porque la están pasando bien todos menos vos.

"Cambiá la música", "no hay mas hielo", "de verdad vas a poner ese tema?", "un vaso de vidrio no tenés?", "venía a bailar acá", "andá para allá que tu compañero del instituto está solo", "soplá la vela", "cortá la torta", "pedí tres deseos", "andá", "vení", "poné", "tomá", "traeme"... Y en un momento explotás. Alguien dice que te calmes pero no podés. Hacer eventos requiere de una responsabilidad enorme.

La estás pasando mal porque sos una perfeccionista, insegura y conflictiva. Pero ahí aparece el salvavidas. Ese que se da cuenta que vas a matar a alguien, te vas a ir a dormir enojada sin saludar o los vas a empezar a echar de a uno. "Andá fumarte un porro"- te dicen. "Este es tu cumpleaños, acá la única que tiene que disfrutar sos vos, el resto que se acomode, dejalo fluir". Y hacés caso. De a poco, sin forzarlo ni acelerarle la cocción, te transformás. Fluís. Largás la notebook a la mierda y esperas que si a alguien le pinta se haga cargo de la música. Empezas a disfrutar. Descubrís que la mesa está llena de bebidas que preguntan por vos, canciones exijen ser bailadas y cantadas.

Finalmente terminás bailando la lambada con tu hermana, amenazando con hacer desaparecer la botella debajo de tu vestido al ritmo de un meneo escandaloso, haciendo un pogo rabioso en el estribillo de "jijiji" y abrazada a los amigos de tu novio contando chistes subidos de tono con total desparpajo.

No está tan mal cumplir años.

LA ROMPE BOLAS

Pocas veces tuve las cosas claras en mi vida pero si hay algo que sé, positivamente, es que no quiero ser la típica rompe bolas. Quizá el hecho de haber tenido tantos amigos varones me sirvió para arribar a la conclusión de que, a la hora de referirse a las mujeres, todos las definen como: ES UNA ROMPE BOLAS. Y ese fantasma me persiguió hasta debajo de la cama. Siempre tuve bastante claro que no quería convertirme en una. Ahora me queda solo preguntarme: ¿Cómo hago? ¿Cuáles son los parámetros para medir el grado de rotura de huevos y saber así donde pararse?

Las variables son miles. Deben existir tantas como mujeres en esta tierra. Y la realidad es que, por mas esfuerzo que pongamos por lograrlo, al menos en un momento de nuestras vidas, vamos a convertirnos en una soberana y experimentada rompe bolas. Con este asunto me pasa lo mismo que con la infidelidad, mi creencia es que: "de la muerte, los cuernos y la rotura de huevos, no se salva nadie". Esto no significa necesariamente que en todas las relaciones que podamos tener con el sexo opuesto nos vayan a clavar los cuernos como asi tampoco que nosotras seamos unas pesadas. Solo digo que a lo largo de nuestras vidas, al menos una vez, sucederán ambas.

Ahora bien. Quizá los valores o categorías que encierran a los distintos tipos de rompe bolas, se vean influenciados por el grado de tolerancia del otro. Con lo cual una misma mujer bien podría llegar a parecerle insoportable a un novio mientras que a otro, un encanto. En lo que a mí respecta, siempre preferí huir despavorida de cualquier relación antes de que mi compañía aprovechara conversación entre amigos, familiares o compañeros de trabajo para concluír en la idea de que soy habilidosa y experta para secar los huevos. Incluso en relaciones ocasionales he llegado a tomarme un taxi o convertirme en pizza muchísimo antes de darle el gusto al otro de hacerlo. Desaparecer. See you. Como un fantasma, como un sueño. O en relaciones sólidas tolerar todo tipo de planteos y plantadas sin decir ni mú porque, no fuera a ser cosa de que el otro piense así de mí.

Pero los años pasan y una se va haciendo grande. La vejez trae acarreada consigo misma características tales como miedo, resignación, relegamiento e incluso rompebolez. Será cuestión de habilidad tratar de dosificarla. Pero hay que asumirlo, aceptarlo, no se puede escapar de la propia naturaleza. Habrá cuanto mucho aplicar seductoramente el filtro, menguarlo, maquillarlo un poco para que se note menos. O en el peor de los casos, conseguirse alguien que nos acepte como somos. Tal y como nosotras aceptamos los partidos del domingo, los almuerzos en casa de su madre, los caprichos de sus hijos, sus hábitos, el espejo del baño salpicado, la ropa desparramada en el piso, las peñas y el constante zapping del televisor, quizá sea hora de que los hombres acepten estoicamente que nos gusta, en mayor o menor medida, romper las bolas.

viernes, 27 de enero de 2012

A LA CHOTA HAY QUE AMARLA

Todo comenzó una noche en Pizza Banana de Cabo Corrientes cuando apenas había atravesado los quince años. Esa fue la primera vez que tuve contacto cercano con el miembro masculino. Y qué miembro. Chicho se llamaba. El stripper,el miembro no tenía nombre. Aunque bien podría haber tenido uno, una identidad, porque presencia le sobraba. Chicho era muy conocido por portar entre sus piernas una descomunal pieza de colección. Recuerdo que estábamos con mis hermanas sentadas en una mesa cuando se acercó a bailar con sus partes cubiertas por un pañuelo. Permaneció así hasta que escuchamos "TOC". Nada más. Desde el "TOC" hasta que decidió correr el pañuelo los segundos fueron horas. Y lo hizo. La dejó desparramada encima de nuestra mesa. Mientras tenía los ojos desorbitados mi cabeza resolvía cuentas matemáticas de cómo iba a hacer yo para meterme cosas semejantes en un agujerito donde apenas cabía un tampón. Mi hermana, un poco mas osada y experimentada, solo se limitó a pararse para aplaudir de pie. La verdad que me dió ternura, me daban ganas de alzarla a upa como un bebé, besarle la frente y cantarle el arroró hasta dejarla mansita.

Y ahí comenzó mi romance. Ahí entendí que a la chota hay que amarla. Sabido es que si bien los hombres poseen dos cabezas solo pueden pensar con una a la vez. Si una está despierta, la otra muerta. Nosotras, en cambio, podemos pensar en muchas cosas al mismo tiempo. Imaginense si tuviesemos dos... Esto me recuerda aquella vez que mientras estaba encima de un hombre, detuve mi marcha para decirle "Uy! nos olvidamos de comprar el pan" y casi me cuesta una separación. Pero esa es otra historia.

El caso, queridos amigos, es que afortunadamente a nosotras no se nos nota cuando la niña está perezosa. Pero los hombres están sonados. No solo porque no pueden hacerlas funcionar en simultáneo sino porque lo de Chicho era un caso único. Nunca jamás volví a ver algo similar. Pero eso no importa. Lo importante es que aprendí que a la chota hay que amarla. Es muy de mina que la rutina, los hijos, los años y demás yerbas no lleven a necesitar cada vez más tiempo y dedicación para la hora de la cama. Y que por consiguiente, cada vez estemos menos predispuestas para hacerlo. Incluso podemos llegar a castigar las malas conducta de un hombre dejando de entregar el rosquete. Y eso es un error enorme. Porque recuerden que si la de abajo está dormida ( y mal atendida )se despierta la de arriba.

Y si se despierta esa es para cagada porque el hombre es bastante pelotudo en general. Y básico. Son comos los perros, si reciben cariño y comen bien, se quedan en el molde. Asique hay que alimentarlos. Perdón, alimentarla. A ella. A la chota. Dejarla satisfecha, pepona. No importa el energumeno pedazo de hombre que hay detrás de la pelvis. Hay que amarla. Esto es como los sacos, cada cual elije ponerse la que le quede mejor. La convierte en su Tamagotchi, la cría a su manera, la educa y se preocupa por no dejarla morir. Nunca se sabe si esto va a dar resultado pero, mientras lo averiguamos, lo vamos a pasar bomba.

jueves, 26 de enero de 2012

SI ¿quiero?

Estoy metida en un quilombo. Me enamoré perdidamente de un tipo. Me quemó la cabeza y esa es la única forma en la que me puedo enamorar de alguien. Para bien o para mal me tiene que quemar la cabeza. Cualquiera que lea esto puede pensar "que mina afortunada" . Y de hecho me siento así. Pero hay un problema con todo esto. No se si se trata de una cuestión de género, de educación o de genética pero toda esta situación me lleva a proyectar. A querer mas. Como cuando sos chico.Y acá está el asunto.

Me enamoré de un tipo que finalmente tiene todo lo que quería encontrar en un hombre menos dos pequeños detalles: no quiere casarse y no quiere tener hijos. Y no se discute. Punto final. Y yo me quedo desorientada como quien se cae de la cama en medio de la noche. Como un perro al que dejan olvidado en el patio una noche de tormenta. Como un niño al enterarse de que Papa Noel son los padres. No es que querramos vivir eternamente en la mentira simplemente hay verdades que preferimos omitir.

En realidad una mujer nunca sabe si eso es lo que desea para su vida. Pero por lo menos tenemos claro que queremos ser nosotras quienes tomemos la decisión final. "El hombre propone y la mujer dispone" oí decir en mas de una oportunidad. Y a mí se me dió vuelta la tortilla. No es que quiera casarme y tener hijos, siquiera lo veo como un proyecto cercano y tangible. Pero entonces, sino es así,¿ porque me preocupa tanto que él no quiera hacerlo? ¿Por qué tenemos que querer siempre un poco mas?

Porque queremos distinguirnos del resto. Somos competitivas. Y porque siempre pero SIEMPRE queremos ser mas importante que la anterior. Así como los hombres tienen el temor de que un novio anterior la pudiera haber tenido mas grande o hubiese durado mas echándose un polvo, nosotras necesitamos saber positivamente que conseguimos, al menos en un punto, trascender de forma diferente.
Por ejemplo: si tenemos un novio que ya estuvo con alguien queremos al menos durar mas tiempo en esta relación o convivir. Si nuestro novio ya convivió queremos casarnos. Si nuestro novio ya estuvo casado queremos tener hijos. Y si no vivió nada de eso queremos que todo lo experimente en nuestra compañía.
Pero que pasa cuando alguien te avisa de antemano que no quiere nada de eso. Que gracias pero que así está bien. El que avisa no traiciona y sin embargo una no puede reprimir ese amor que le nace desde el corazón y se le sale por los poros. Y tampoco puede evitar el hecho de pensar que si las cosas marchan bien, si el amor crece, si la relación prospera es bastante difícil no proyectar.

Habrá que elegir entonces entre la realidad y lo ilusorio. En cualquier caso es una cagada porque es tan difícil focalizarse en disfrutar del presente como vivir de ilusiones. Porque en última instancia me hubiese gustado tener a mí la última palabra. Y por primera vez hubiese sido: "Sí, quiero". Lástima, justo con el único que se que jamás va a preguntármelo.

YO SOY LOCA PERO NO BOLUDA

No se trata de Él. Juro que no es celoso, inseguro, represor ni amenaza con dejarme cada vez que aparece un link en mi muro de facebook que acusa "nuevo posteo". Nada mas alejado de la realidad. Se trata de mí. De mi creencia acerca de que en un blog que se llama "Subite a mi camión" hablar de amor no garpa. Ni un poco. Y yo soy loca pero no boluda.

Existen dos motivos por los cuales llamarme al silencio, en cierta medida, ahora que estoy de novia. Uno es respetar su pedido de "por favor, no publiques cosas mías que me da verguenza y menos si son malas". Dos, para no avivar giles. No sería la primera vez que una confiesa hasta los mas íntimos detalles de su relación amorosa con total desparpajo y obsenidad a una amiga y luego ésta comienza a tener miradas e insinuasiones con el hombre ajeno. Imaginénse entonces mi situación que no tuve inconveniente de contar mis peores miserias en materia sexual.

Sin ir mas lejos, recuerdo la vez en que una amiga venía a la casa que compartía con mi pareja de entonces y, mates de por medio y confidencias subidas de tono, siempre se quedaba hasta la hora en que mi novio, de paso para el taller a dejar el colectivo, venía a darme un beso y a comer cualquier cosita que yo le preparara para engañar el estómago y mimar al alma. Ella siempre ahí. Atenta. Silenciosa.

Una noche de esas sugirió que quizás y ya que le quedaba de paso, él podría cuanto menos acercarla hasta su casa. Nada demasiado ruidoso, después de todo ella era mi amiga. Y así fue como cada vez que ella venía de visita se quedaría esperando a que mi novio pasara por casa en búsqueda de comida y besos para decidir aprovechar el viaje e irse con él.

- Esa mina es mala junta para vos- me dijo un día mientras cenábamos.
Acaso mi inexperiencia, por aquel entonces ingenuidad o la simple ceguedad del enamoramiento no me permitían ver. Quizá temiera que su sentencia se tratara de una cuestión de posesión o celos. Al fin y al cabo este sí era celoso.

- Es mi amiga. Por qué te molestan todas mis amistades?

- Esta mina es mala junta para vos. No la tenés que ver más. Haceme caso.

- Perdón??? Haceme caso??? Y si no lo hiciera, que?

- Y si no lo hicieras vas a terminar esperando que me la coja? Porque disculpame que te diga pero le tendrías que contar un poco menos acerca de nosotros.

Nunca supe si se acostó con ella. Pero ahora y a lo lejos, ya con unas cuantas canas, kilos y piernas peludas de más, deduzco que algo hubo. Creanme que no se trata de él sino de mí. Si tengo un gran defecto cuanto estoy soltera es que soy bastante atorranta pero si tengo una gran virtud cuando estoy en pareja, es que me vuelvo virga.

No voy a romper con la promesa que le hice y mucho menos voy a avivar giles. Creanme que hablar de amor acá no garpa. Tengo a la atorranta agazapada en el mismo maletín que guardamos geles lubricantes, consoladores y disfraces. Paciencia. De tanto en tanto la voy a sacar a pasear por acá para no perder las mañas. Todavía queda por delante la historia del pedo en la cara y algunas cosillas más pero tranquiiiiiiiiiiiiiiilos que, como ustedes bien saben, los precoces me caen bastante para el orto.

jueves, 19 de enero de 2012

LA PREVIA

- Que pasa que no escribís mas en el blog.

- Y vos que sabes?

- Porque yo lo leo también.

- Ah, si? A ver decime el título del último posteo que publiqué.

- . . .

- Quien te dijo?

- Una amiga.

- Porque no le decís a tu amiga que le tiro dos pesos para que se alquile una vida.

- Bueno, calmate. Si vos abrís un blog ahora seguilo.

- Para un poquito, vieja. Ahora tengo un novio que atender. Al final a ustedes no hay nada que les venga bien. Si me deprimo y convierto en Clarita porque me deprimo y si garcho porque garcho.

- No seas ordinaria.

- Además ya no quiero seguir contando historias de otros. Que te parece si abro un nuevo espacio que se llame "busco un novio para mi vieja" y empiezo a hablar de tus experiencias y en base a ellas de lo que pretendes ahora?

- Ni se te ocurra.

- Bueno, entonces puedo contar la historia del pedo en la cara.

- Pero te volviste loca??!! Me prometiste que nunca ibas a contar eso. Por favor, no!

- Vos querés posteo??? Yo te voy a dar posteo.


PROXIMAMENTE LA HISTORIA DEL PEDO EN LA CARA

jueves, 12 de enero de 2012

A MI ME GUSTA EL TIPO DE BARRIO

A mi me gusta el tipo de barrio. Porque el tipo de barrio sabe lo que quiere. O a lo mejor no sabe lo que quiere pero sí sabe lo que no quiere. He aquí las cualidades que debe poseer un hombre para entrar en la categoría de tipo de barrio. Y por ende, para lograr que una mujer, por mas elitista que sea, al menos una vez en su vida elija perder la cabeza y llorar desconsoladamente por uno de ellos. Desde Susana y Monzón, pasando por el groncho y la dama y terminando en Whitney Houston enamorándose de Kevin Costner en el guardaespaldas, todas soñamos con recaer en los brazos protectores del diariero de la esquina.

El tipo de barrio tiene códigos. Y calle. Sobre todo, tiene calle. Pateó por las cuatro esquinas antes de decidir en cual de todas pararse. Tiene o tuvo alguna vez un amigo que anduvo en algo raro. Y estuvo al menos una vez preso o demorado en una comisaría. Y tiene un cana conocido.

Es gauchito. Vive al palo. Como los boy scout, siempre listo. No le importa si tu vieja está limpiando los platos a dos metros, abre la puerta de la heladera y te soba ahí atrás. Es conservador consigo mismo pero tiene pensamientos oscuros. Le gusta probar cosas nuevas pero siempre termina prefiriendo lo tradicional.

No es careta. Puede vivir cinco años tranquilamente usando el mismo par de zapatillas. No tira el viejo jean Montana solo por las aventuras que compartieron. No le interesan las modas, combinar los colores y no sabe que significa la frase: "es el último grito de la moda". Cree que Armani es el win izquierdo de Argentinos Juniors. Alguna vez se hizo flequillo, de dejó la rutera o se colgó un pañuelo Rolinga.

Es machista y celoso. Respeta a su mujer y la hacer respetar si fuese necesario. Es incondicional a sus amigos y padres. Se saca un riñón sin anestesia si fuese necesario por ellos. Es buen padre. Llora de vez en cuando. Alguna vez metió o se comió una piña.

Es habilidoso en la práctica. Se da maña para todo. Conoce de motores, plomería, electricidad. Sabe hacer la medialuna, caminar con las manos, la willy con la todo terreno. Colea con la playera. Tiene la misma proporción de salvaje que de tierno.

Es bruto en la teoría. Puede deber materias del secundario e incluso ser repetidor. Nunca lo vas a encontrar con un libro en la mano. Tiene faltas de ortografías. Incluso puede amagar con comerse las "S". Pero sabe de cultura general.

Le gustan los perros, no los gatos.

Es básico. No come sushi. Cree que lo agridulce es como mezclar la cena con el postre. Usa la colonia "Paco" y ve en una vidriera un perfume de "Paco Rabanne" y piensa que es lo mismo. No retiene números, ni fechas, ni encargues. En fin, no retiene casi nada.

Es rústico. Se saca los mocos. Mea los árboles. Eructa. Se paquetea todo el día. Tiene cicatrices en el cuerpo. Cada dos por tres aparece quemado o cortado.

Cree que los quehaceres domésticos son asunto femenino pero si la madre le pide que le alcance los broches para colgar la ropa, ayuda. Nunca jamás se va a planchar una camisa pero puede negociar aprender a programar el lavarropas.

Es habilidoso. Se luce por lo menos en un deporte o hobby. Da vuelta los juegos de la play con trucos incluídos. Es lo suficientemente humilde como para no creersela. El tipo de barrio sabe que nunca hay que subestimar a un rival.

El tipo de barrio es así. A MÍ ME GUSTA EL TIPO DE BARRIO