domingo, 29 de mayo de 2011

MI ROLANDO RIVAS (La Yapa)

Para todos los que me escribieron, preguntaron y casi exigieron una explicación sobre la historia de "Mi Rolando Rivas", decidí añadir este posteo. No pretendía dejarles ese sabor amargo de la incertidumbre. Bueno, un poco sí. Pero no esperaba que tuviera tanta repercusión ese deselance tragicómico y, menos que menos, que muchos de ustedes se sintieran en la necesidad de interrogarme sobre si mi relato se acercaba a la realidad de lo acontecido. Si todo acababa así. Si no había nada mas después de eso. Asique acá les va un regalito extra, una yapa, un posdata, un aguinaldo, otra ronda que paga la casa. Que lo disfruten. Alérgicos a la cursilería, abstenerse. Nuevos lectores, sugiero leer antes de este posteo, "Mi Rolando Rivas" (primera parte y segunda y última parte) así comprenden un poco mejor de qué se trata. Chau



Me estaba preocupando, mi Rolando Rivas no daba señales de vida por ningún medio posible. No supe de su accidente de tránsito sino hasta pasado el mediodía cuando, entre la gente que recorría el paseo mirando las vidrieras de los negocios, vislumbré la imágen de un hombre que se acercaba todo roto pero con el mismo aire triunfal de Will Smith cuando salva al mundo en "Día de la Independencia". Rengueaba y me miraba sonriente pero dolorido. Fuí corriendo a su encuentro aunque no pude saltar a su cintura , en cámara lenta y con los pelos agitados por el amor, para besarlo con la pasión de las películas.

-¡¿Qué te pasó?!

-Me la dí anoche con el bondi. Estoy acá de pedo. Casi no la cuento.

-Vení, entrá, tomemos un café.

-A mí mejor pedime un container de Diclofenac.

Me contó el accidente con lujo de detalles entre queja y queja por el dolor que sentía en las costillas.

-Y el médico ¿qué te dijo?

-¿Qué médico? Ningún médico. Con el quilombo que se me viene ahora en el laburo al único que llamé fue a mi amigo abogado, para que me asesorara y me acompañara a escabiarme.

-Asi que no te vió ningún médico...

-No. Pero me acosté con un pedo morboso y un dolor pesado en todo el cuerpo. Además si iba al hospital, me iban a querer dejar internado. Y yo tenía que desayunar con vos.


Se fue un rato antes de que llegara mi relevo. Tenía que ir a la empresa a esperar que determinaran su futuro. Yo llegué a casa y me fuí a correr. Porque sí, en algún momento fuí deportista. Llegué a la rotonda de Waikiki y lo encontré sentado solo, fumando sin parar, atónito, deprimido, mirando las huellas de una frenada violenta con dos ruedas sobre el pasto y dos sobre el asfalto, con una columna de luz desaparecida y la otra doblada.


-Con treinta días me rajaban a la mierda. Veintinueve me dieron, sin goce de sueldo. ¿Vamos hoy a la noche a tomar por algo por ahí para festejar que por lo menos sigo vivo? Decime que sí. Teneme lástima y salgamos. Mirá que la semana que viene no voy a tener guita para invitarte a hacer nada. Aprovechame ahora.

-Sí.


Nos besamos. Un asco. La combinación explosiva de su aliento a doscientos cigarrillos y lo salado de mi transpiración facial. Un verdadero asco. Salimos esa noche. Yo estaba con mi mejor amiga. Él apareció con el boga. Ellos ni se hablaban, nosotros no parábamos de besarnos. Dos desubicados... ellos, que ni se hablaron. Yo me moría por dormir en sus brazos y él, por el dolor de rodilla, espalda y costillas.

-Esto es así. Hoy te quedás con tu amiga y yo me voy con el mío. En la semana nos vemos, nos acostamos y te llevo a tu casa. ¿Te parece?

-Perfecto.


No habría nada después de eso. Era lo correcto. Lo pactado en el café. Lo necesario. Los días siguientes se apareció a desayunar conmigo. Una tarde esperó hasta que salí del trabajo y me invitó a dormir la siesta. Acepté. Llegamos al telo, charlamos demasiado tiempo y comenzamos a desvestirnos. No pudimos tener sexo.

-No sé lo que me pasa. No te voy a mentir, no es la primera vez que me pasa. Pero antes me pasó por otros motivos. Sí es la primera vez que me pasa porque me gusta alguien demasiado. Mi cabeza está yendo mas rápido que mi cuerpo. En mi cabeza ya te garché como seis veces, pero todavía ni se me paró. Si mañana no me atendés mas el teléfono, te aplaudo. Te felicito. Es lo mínimo que me merezco por ser tan pelotudo. Es más, merezco que se lo cuentes a todas tus amigas y me señalen. Ahora si me bancás, voy un toque hasta el baño a cortármela y vuelvo. Andá llamando a Cardio.


Me enamoré perdidamente de él. En todos sus aspectos. De su honestidad y de su sonrisa por sobre todas las cosas. Y estábamos en un problema terrible. Su novia volvería en una semana de Buenos Aires. Yo tenía que resolver ese "tiempo" que me había tomado con el mío.

-¿Sabés que pasa?- me gritó desde el baño. - La culpa es tuya porque a mí jamás se me cruzó por la cabeza que vos algún día podías llegar a darme bola, ¿entendés?. Vos sos la típica mina que se sube al bondi, tiene un novio con una 4x4 esperándola, son felices, y nunca pero nunca se va a fijar en un tipo como yo. Me fallaste.

-Te doy otra chance.

-Estás loca.

-Sí. Lo estoy. Pero te doy otra chance porque nos la merecemos. Necesito volver a verte.


Y lo hicimos. Tal y como lo sospechaba era perfecto para mí. Y yo parecía serlo para él.

-Estoy metido en un quilombo. Mi novia llega mañana y antes de haberse ido, hace quince días, decidimos volver a intentarlo. Empezar de nuevo. Se fue cuando nos reconciliamos y vuelve cuando ya no quiero volver a tocarla, mirarla y mucho menos, explicarle.

-No lo hagas. Olvidate de esto. Olvidemoslo.

-¿Estás loca o drogada, nena? ¿Sabés los meses que soñé con esto?

-Pero fue lo que acordamos hacer.

-Bueno, te mentí, ponele. Ya es tarde. Yo no acordé nada y si lo hice, después de esta noche, me olvidé.

-¿Y que vamos a hacer?

-¿Felices?

-Te pregunto en serio.Y te pregunté "a hacer", no "a ser"...

-Y yo te respondo en serio también. Ahora, si a vos con "ser y hacer" felices no te alcanza, bancame un mes porque ahora estoy seco.


Nunca más a partir de ese día pudimos separarnos. Su novia, se enfrentó con la verdad cara a cara, la misma noche que llegó. Mi novio entendió desde un principio que nuestro tiempo fue definitivo . El choque fue la excusa perfecta. Yo, fuí la mujer de su vida. Él, el gran amor de la mía.

sábado, 28 de mayo de 2011

EL HOMBRE COMPROMETIDO

El hombre comprometido pertenece a la tribu más peligrosa del género masculino.


El hombre comprometido es el que, cuando te conoce, te aclara de antemano que tiene una relación, un noviazgo, un matrimonio, incluso hijos, que esta muy enamorado de una fulana a la que te nombra por algún apodo que usa para llamarla cariñosamente, como si vos la conocieras de toda la vida o te fuera esa información estrictamente necesaria para poder dormir tranquila.

El hombre comprometido continúa la charla diciéndote que igualmente le pareces una mina muy linda, que sos muy simpática, que sos graciosa, te ofrece tomar algo pero te aclara que está con unos amigos y algunas de las novias que, casualmente, son amigas o conocen a "su chica". Que el es muy fiel, que está en ese bar de casualidad, que "qué raro que no te haya cruzado nunca antes en ningún lado".

El hombre comprometido te da su teléfono sin que se lo pidas pero siempre y cuando le declares bajo juramento que sos una persona coherente, ubicada, que no lo vas a meter en quilombos. O, mejor aún, te pide el tuyo y también pretende que le hagas un informe detallado de todas tus actividades semanales para que él analice en qué momento es mas prudente volver a verte.

El hombre comprometido se emborracha, se contradice, te empieza a buscar por el bar, te mira raro si te ve hablando con otra persona, te sigue si te alejás mucho, es celoso y posesivo porque cree que sos de su pertenencia solo por pagarte un trago, te pregunta donde vivís y te dice que de ninguna manera te va a dejar irte sola a tu casa. Te pregunta en veinte oportunidades a que hora crees que te estarás yendo porque, no lo menciona ni lo reconoce pero se le nota, se le está venciendo el plazo para no tener quilombos. No coge ni deja coger.

El hombre comprometido te lleva a tu casa perseguido, rápido, por el camino mas peligroso y menos probable de cruzarse con alguien que lo conoce. Te quiere besar de prepo a la frase de "Daaaale. Si yo se que te morís de ganas de hacerlo (?)". Capaz que no tenés nada mejor que hacer y te echás un polvo medio pelo, de esos apurados y adolescentes que no modifican a grandes rasgos tu vida. A esa altura, ya te dice que le encantás, no te escucha. Te escribe a los cinco minutos de haberte dejado, es manija.

El hombre comprometido te manda un mensaje detrás de otro sin que le contestes. Te llama para confirmar que ese realmente es tu teléfono precisamente porque no le contestas. Te dice de todo a cualquier hora, pasa de cariñoso, a calentón, a eyaculador precoz, a reprimido, a enamorado. Pone en tu boca palabras que no decís, se enoja o te recrimina que seas tan dura, que no seas cariñosa. Lo tratás mal, le escupís la verdad en la cara, lo ignorás, lo boludeas, le aclarás que no te interesan los problemas y que no querés volver a verlo, y más te quiere, mas insiste, mas reconoce que no puede "dejar de pensar en vos", que "lo volviste loco", que "no sabe que le pasa pero que hacía mucho que no se sentía así", que "por qué no te habrá conocido antes".

El hombre comprometido te exige que le des cinco minutos para hablar, nada más. Te pasa a buscar lejos del centro, por una esquina oscura y fría. Estaciona cerca de una plaza. No se concentra en lo que le decís porque no puede parar de mirar por todos los espejos y ventanas del auto. Dice que sos muy enroscada si le explicás que no querés acostarte con él, que no te interesa jugar a las escondidas, que no servís para ser la segunda de nadie, que no te gustan los problemas, que sos libre y que no existe en tu vida ningún motivo por el cual te tengas que estar escondiendo, que estas acostumbrada a hacer lo que se te canta las pelotas. Te mira enamorado, te recalca que sos muy mala, critica a su novia, su relación y se queja porque su vida no es tan buena como parece. Suspira agarrándose la frente, cierra los ojos, te vuelve a mirar enamorado mientras sonríe y se muerde los labios. "Que mala sos" repite por lo bajo.

El hombre comprometido le habla de vos a algunas personas, te feizbukea para mirar tus fotos, te agrega al msn, te llama desde su teléfono fijo, averigua donde trabajás. Se empieza a poner medio denso y peligroso. Empezás a temer verte metida en quilombos que no son tuyos. Descubrís que a la novia la tenés de vista, la cruzaste en alguna reunión, la tenés medio fichada de la vida y suponés que posiblemente, ella también a vos. Y ahora la enroscada sos vos pero porque terminás suplicándole al hombre comprometido, que se haga humo, que desaparezca y que te deje de romper las pelotas.


El hombre comprometido pertenece a la tribu mas peligrosa del género masculino.

miércoles, 25 de mayo de 2011

EL ANTIGALÁN

Tuve una cita. Yo no tengo estrategias con los tipos, nunca las tuve. No me salen naturalmente. Mis amigas saben. Ellas saben de este problema y lo padecen. Las altera y se indignan. Me dan consejos porque soy, indefectiblemente, de esa clase de mujeres que hacen todo lo que no tienen que hacer con los hombres. ¿Cómo regalaste eso? ¿Cómo pudiste llamarlo con lo que te hizo? ¿Vos sos tonta? ¿Te acostaste en la primera salida? Mis amigas me quieren matar a veces.

Con el paso de los años decidí, derrotada ante todo intento de tratar de ser y hacer lo que “se debe”, limitarme a asumirme como lo que soy: "La antigalán femenina”. Una suerte de marimacho con rouge y máscara para pestañas, que actúa con la misma naturalidad tanto para cruzarse de piernas y ser extremadamente sensual como para decir la palabra “verga” sin ponerse colorada.

Tuve una cita. No me gustan las citas. Me estresan. Nunca se cómo vestirme, no se de qué hablar, me pongo nerviosa, me siento en la obligación de tener que “agradar”. Y yo no sé de eso. Yo sé de ser yo y punto. Y agradarle al que quiera y al que no, no. Las citas son mentirosas porque nadie es tan sincericida como para mostrarse tal cual es. Salvo yo. Que por eso no tengo citas. Soy mi peor representante, mi enemigo . La tendría que llevar a mi mamá conmigo, sin dudas, para que me de una mano.

Tuve una cita. Me la generé. Estaba acostada, alimentando mi costado Emo, cuando comenzó a piropearme cursi pero sin alevosía. Tenía las defensas del corazón y el autoestima bajas asique compré. Ya me había acostado con él una vez. Y lo conozco de la vida. Nos conocemos. No existía ninguna obligación de agradarle. Una charla relajada, natural, sincericida como corresponde y como no se debe. Se quiso despedir. ¿Perdón? ¿Todo eso para nada? ¿Tanto piropo al pedo? Es broma, pensé.

“¿Me querés invitar a salir?” Tuve que increparlo.

“Sí”

Tuve una cita. Es un antigalán. Igual que yo pero con verga y sin rouge ni máscara para pestañas. A él tampoco le gustan las citas. Tampoco sabe cómo vestirse, ni de qué hablar, se pone nervioso. Tener citas con antigalanes como él o como yo definitivamente debe ser complicado, sobre todo para aquellos que siguen el protocolo como está escrito en el manual y deben padecernos. Tener una entre nosotros no lo ha sido tanto porque de entrada evidenciamos que no nos gustan. Y lo pasamos bien.

Tuve una cita. Y le confesé que mostré fotos suyas a mis amigas, le hice masajes, le cociné, me acosté con él. Y posiblemente haya hecho muchas cosas más de esas que no se deben hacer en las primeras citas.

“Mi ego femenino te está agradecido”. Le escribí al otro día sin esperar a que él lo hiciera primero.

“ Yo te agradezco además por el arroz con pollo, que estaba rico pero no tan delicioso como vos” arremetió, cursi. Y sin esperar a que le respondiera, manija, prosiguió. “Me quedó tu perfume rico en la almuada… Sí, tengo faltas de ortografías y me tiro pedos.”
Tuve una cita. Bendito seas, antigalán, bendito seas.

lunes, 23 de mayo de 2011

MI NUEVO AMIGO DE FACEBOOK

Señoras y señores, familiares y amigos, lectores y afines... El hombre de la beluga blanca, Amilcar Iaschuk, me aceptó como amiga en el caralibro.
Tengo una regresión adolescente. No no, que no me gusta, tampoco para tanto.
Pero ahora no se qué hacer. ¿Ustedes qué opinan... Le digo o no le digo que escribí un libro íntegramente basado en el amor que le profesaba?
Ayudaaaaa!!!!!
Me veo en la obligación de desempolvar mi viejo y querido diskette, conseguir una computadora que no le tenga alergia al viejo hardware y disponerme a sentir, con total orgullo, vergüenza ajena de mis escritos.

domingo, 22 de mayo de 2011

EL HOMBRE DE LA BELUGA BLANCA

Y un día, como no tenía nada que hacer y vivía creyendo en el amor tal y como lo mostraban las películas, me enamoré del entrenador de la beluga blanca del Aquarium. Kairo, se llamaba. El entrenador, no, la beluga blanca. El entrenador se llamaba Amilcar Iaschuk. Y era perfecto. Rubio, alto, ojos celestes, descendiente de polacos o por ahí, con ese traje de neoprene ajustado que le marcaba todo, con esa sonrisa blanca y brillante en exceso por el reflejo de la pileta, con esa beluga que lo seguía para todos lados y obedecía a sus órdenes.


¿Vos te estarás preguntando por qué hablo de él con nombre y apellido cuando siempre me limito a contar historias manteniendo a los protagonistas en el anonimato absoluto? Todos merecen ser llamados con mayúsculas, los buenos por hacerme tan felíz y los malos, para que si te los cruzás por la calle, los identifiques y salgas corriendo. Lo hago porque fue uno de mis primeros amores platónicos. No el primero. El primero fue Alexander James "AJ" Mc Lean, uno de los cinco integrantes de los BackStreet Boys. Pero posiblemente haya sido el segundo. He llegado a amar solo a dos personas de manera tangible y real pero me enamoré muchas veces. Antes lo hacía con menos frecuencia y sufría tanto como para ser digna protagonista de una obra de Shakespeare. Con los años conseguí la habilidad de enamorarme y desenamorarme de las personas en cuestión de horas. Pero me sigo enamorando, soy una enamorada de la vida.
Volvamos al tema. Iba todos los días al Aquarium porque un carnet de socia me permitía la entrada diaria gratuita. Ese beneficio me llevaba, indefectiblemente, a otros como conocer a todo el personal del lugar. Y Amilcar no pasaba desapercibido.
Un día estaba viendo por vigésimocuarta vez en la temporada el show de delfines cuando, finalizando el espectáculo, Amilcar me saludó al pasar arrodillado por el frente la pileta arriba de su beluga Kairo. No supe que se trataba de mí sino hasta algunas horas mas tarde que me lo crucé por los pasillos del oceanario y me invitó a charlar en el estadio.
Caía la tarde de verano sobre sus dorados pelos rubios, se había bajado el traje de neoprene hasta la cintura dejando al descubrierto el torso y tuve que hacer un esfuerzo sobrehumano para no besarlo violentamente de prepo. Hablabamos mientras dos delfines nos observaban curiosos y hacían piruetas para mí a la orden del movimientos de sus manos.


-Mañana es mi cumpleaños.

- En serio? Cuántos cumplís, diceciocho?
Eso, entendí mas tarde, debería haberle contestado. Pero aún no sabía mentir.

-No, cumplo quince.

-¿Verdad? Pareces mas grande. Vení mañana a verme después del último show que me vas a ayudar a almentar a los delfines, por tu cumpleaños.

Ese fue mi mejor regalo de quince. Ésa, la tarde donde me cavé mi propia fosa. ¿Por qué?¿Por qué no le dije: "Sí. Tengo dieciocho"? Intenté demostrarle que diez años no eran nada cuando la gente se ama, eso me habían metido en el chip al menos. No logré persuadirlo. Por supuesto que yo le gustaba pero él entendía que si me daba bola, si nos acostábamos, si yo me enamoraba de verdad ( porque platónicamente ya lo había hecho ), iba a sufrir. Y él me quería pero no lo suficiente como para hacerse cargo de eso. Asique me citó en Dickens para dejármelo mas claro.

Salí de ese café triste de no haber podido efectivizar mi conquista pero felíz porque con los años entendí a qué se refería esa tarde. Y decidí escribirle un libro. Así como te lo cuento, con tan solo quince inocentes años escribí un libro, el único en mi vida ( estoy convencida que desastroso pero sincero ), desesperado, un libro de amor no correspondido. O de desamor.
Diez años pasaron desde esa tarde en el café. Amilcar Iaschuk tiene un libro escrito en su honor y no lo sabe. Lo encontré en el facebook. Decidí agregarlo. Ya no estoy enamorada de él. Incluso, no es tan lindo como lo recuerdo. Pero quiero que lo sepa, después de todo, si alguien decidiera escribirme algo, exigo ser la primera en enterarme.

Amilcar Iaschuk, agregame. Daaaaale, en el fondo creo que recordás quien soy. Amiguitos, si lo hace, serán informados. Y si alguno lo conoce, que intervenga.

sábado, 21 de mayo de 2011

MI ROLANDO RIVAS (Segunda y última parte)

Nos miramos asombradas y con cierta desconfianza. ¿Se trataba eso de un acto de vanidad?¿Acaso fui tan obvia al mirarlo todas las noches?¿Olfatearía, cual perro a la defensiva, la adrenalina que mi cuerpo generaba a diario al pasar por su lado fingiendo que su presencia no era mas que una mera casualidad del destino? Tuvo la gentileza de aclararmelo antes de verme obligada a preguntárselo.
-No es que lo sabía, en realidad simplemente lo deseaba. Esperaba que lo hicieras de tal manera que terminé creyendo que iba a pasar.
Comprado. Verdad o mentira daba igual. Si un tipo nos gusta no escuchamos mas que lo mínimo indispensable porque ya decidimos de antemano si tiene chances o no. Conversamos un rato. Le pasé con mi amiga y descubrimos que le coqueteaba, lo dejamos fluir y se lo confesamos. Ambas estábamos oyendo la misma novela: el tipo era un chanta hecho y derecho. El café lo acepté igual, después de todo si yo supiera que él tiene un amigo tan increíble como lo está la mía, quizá hubiese jugueteado un poco también.
-Mañana a las dos de la tarde en la puerta del Paseo Diagonal que da a la esquina de Belgrano.
Esa noche no dormí. Lo encuentro en la esquina del shopping. Tomamos un café a la vuelta. Hablamos de todo lo que NO se debe hablar en una primera cita: proyectos personales, novios, conflictos laborales, desgracias familiares. Tomando un café descubrís boludeces como que su ex novia y su actual, porque oh! Tenía una novia en curso, se llaman igual que tus dos hermanas.
-Mirá, esto es sencillo. Somos grandes, los dos tenemos una vida y vamos a seguir adelante con ella. Es obvio que estamos acá por algo más que conocernos de vista pero quiero que sepas que, a pesar de sentir que no tenemos nada en común, no puedo dejar de pensar en vos y tampoco puedo seguir haciéndome la boluda.
- . . .
-Necesito saber qué es lo que me pasa si estoy con vos. Asique me parece que por nuestro bien y el de las personas que están invoclucradas en esto, lo mejor que podemos hacer es acostarnos, sacarnos las ganas y olvidarnos. Después de todo, ambos estamos complicados.
- . . .
-¿Te parece?
- WoW! Esto sí que es el paraíso. Que una mina que está buena y te gusta te proponga acostarte con ella, ya es un milagro, pero que además de eso te plantee que entiende la situación y no quiera problemas, es demasiado.
Nos fuímos a trabajar pensando en el café y nos mandamos mensajes de texto durante todo el día. A la hora de subirme a su colectivo ya teníamos armado tal romance que parecía una novela mexicana de Thalía. Se bajó cuando un semáforo estaba en rojo para meterse directo a un kiosco. Esta es una costumbre colectivera que suele fastidiarme bastante, pero en este caso, me servía para mirarlo de lejos y suspirar. Cigarrillos, pensé. Fumaba mucho y eso me representaba un problema.
-Tomá. ¿Me tenés esto, por favor?
Me da un bocadito Cabsha. Sisi, esos que me gustan tanto a mí y que una vez me negó rotundamente. Se lo agradezco y no termino de hacerlo y comérmelo que se da vuelta otra vez.
-Ah, y teneme también esto.
El envoltorio acusaba un bocadito Marroc. Y siguieron un Bom o Bom, Titas, Rodhesias, y demás cantidad de golosinas que aumentaban su tamaño y la temperatura de mi cara, a medida que avanzábamos en el recorrido. No hay con qué darle… no existe nada tan seductor como que te regalen veinte chocolates en veinte minutos.
Me bajé tan enamorada como confundida. Y le escribí para decírselo. Y le volví a escribir para retractarme. Y empecé a darme cuenta que estaba siendo absurda, molesta y demasiado sincera.  De las diez a la una y viente de la mañana, no paramos de expresarnos amor puro disfrazado de piropos e histeriqueo.
“Ya terminé. Se largó a llover y estoy volviendo para el taller. Besos, hermosa. No paro de pensar en vos pero si no dejo de escribirte me voy a terminar matando.” Recibí.
 “Besos. Y no te mueras que ahora que te conozco te quiero vivo.” Respondí. Y coloqué en mi top ten de frases mersas a este último mensaje pedorro.
“Mañana paso por tu trabajo a las 10 y desayunamos juntos. Que descanses.”
Fin de la conversación.
Diez de la mañana, once, doce… Mi Rolando Rivas no daba señales por ningún pasillo del paseo. Llamo a su celular y no me atiende. Le mando un mensaje y no me responde.
Veinte minutos después de dejar de escribirnos, la noche anterior, un auto se cruza delante del bondi para hacer una maniobra indebida, el intenta esquivarlos para no provocar un accidente y al conseguirlo, se choca dos columnas de luz. La primera estalla el parabrisas, se parte al medio y se mete dentro del colectivo para impactar en el asiento del conductor. La segunda, se dobla dejando al colectivo montado sobre ella.
Final de una historia que terminó  antes de empezar...

miércoles, 18 de mayo de 2011

MIS 20 ANTIAFRODISÍACOS NATURALES FEMENINOS

1- Que no entienda los chistes en doble sentido.
2-Que opine, y encima mal, durante un partido de futbol.
3- Que use la maquinita de afeitar de su chico para pasarsela por las piernas.
4-Que hable mucho de su cuerpo.
5-Que sea quisquillosa y diga a todo que no.
6-Que deje pelos en la pileta del baño o pegados en la pared de la ducha.
7- Que tenga bigotes o pelos en las piernas.
8-Que no se deje manosear toda mientras cocina.
9-Que critique a los amigos.
10-Que no tome alcohol ni coma carne.
11-Que rompa las bolas por todo.
12- Que quiera saber hasta qué maquillaje usaba su ex novia.
13-Que se compare con la madre.
14- Que deje las bombachas húmedas colgando de las canillas durante días.
15-Que no se haga el cavado completo ni se recorte los pelos.
16-Que se mire en todos los espejos, vidrieras y mármoles a su paso.
17- Que te pida que la acompañes a comprar ropa y te haga decidir entre muchas opciones diferentes.
18-Que te corra por toda la casa con una aguja en mano para intentar extirparte cualquier grano o pelo encarnado que te aparezca.
19-Que te deje el cigarrillo pegoteado de brillo labial.
20-Que no borre las evidencias de sus días menstruales.

domingo, 15 de mayo de 2011

MIS 20 ANTIAFRODISÍACOS NATURALES MASCULINOS

1- El aliento a asado con chimichurri, ajo y perejil, ensalada mixta, salsa criolla y vino tinto.
2- Slip o boxer tipo Kevington con dibujitos.
3- Los aros de diamantes.
4- Las garras pintadas en el fondo del inodoro.
5- Las medias de toalla tres cuartos tubo lisas cien por ciento algodón.
6- La riñonera.
7- Los pelos púbicos en el jabón de tocador.
8- Señalar con los cubiertos.
9- El metrosexual.
10- El escupitajo tomando envión.
11- El olor a pata.
12- Las faltas de ortografía.
13- Los pedos o eructos silenciosos con olor.
14-El pijama de raso.
15-La chomba o camisa adentro del pantalón.
16- La lapicera en la oreja.
17- El mondadientes como chupetín.
18- Rascarse las bolas mientras habla.

19- La ausencia de dientes visibles.
20-La remera sin mangas.

                     







sábado, 14 de mayo de 2011

MI ROLANDO RIVAS (Primera parte)

Todos los días cerraba el local cinco minutos antes a expensas de correr el riesgo de recibir, al día siguiente, la notificación previa de una multa inminente debido a que "todo los locatarios deben respetar el horario de apertura y cierre comercial dentro de este establecimiento". Todos los días realizaba una maratón de cinco cuadras y media tomando atajo al cruzar la plaza en diagonal para llegar, en tiempo y forma, hasta la garita donde a veces lo perdía. Todos las noches subía al colectivo, saludaba cordialmente y me disponía a pagar los ochenta centavos que solventarían mi pasaporte de veinte minutos hasta la calidez del hogar. Bueno, todas no.
En esa época todavía creía en los cuentos de hadas, el amor color de rosa, los príncipes azules. Esa noche cerré el local cinco minutos antes, corrí cinco cuadras y media cortando camino por la plaza, me subí al colectivo, saludé cordialmente... pero no pagué.

-Uno boleto, por favor.

- . . .

-Uno de ochenta, por favor.

-No, pasá.

-¿Perdón?

Miré al chofer con la escasa paciencia que tienen aquellas personas que salen de su casa muy temprano por la mañana y vuelven a altas horas de la noche, que no pueden dormir siesta ni comer comida casera en el horario de almuerzo. Nunca había visto una sonrisa tan hermosa capaz de quitarme en segundos la poca paciencia que me quedaba.

-Mientras yo siga teniendo el privilegio de poder llevarte todas las noches, vos no vas a pagar más boleto. Ahora pasá y dejá de cacarear porque me estás demorando y la gente que espera para subir tiene frío.

En esa época también era menos contestadora, mas ubicada y vergonzosa. ¿Quién se creía ese para no cobrarme, sonreírme tan lindo y encima de todo burlarse de mí delante de otras personas comparándome con una gallina quejosa? No sé. Pero lo que sé es que me fuí a sentar sin decir ni mú y que no pude nunca más dejar de pensar en él.
Así transcurrieron cuatro meses. Cerraba, corría, subía, a veces peleaba mi derecho a pagar como todo el mundo (después de todo mi belleza no valía ochenta míseros centavos), a veces, cansada y para no pasar por histérica, simplemente saludaba y me sentaba.
El nunca dejaba de sonreírme y yo lo amaba cada día un poco más. Las mujeres tenemos la incomprensible capacidad de inventarnos todo a partir de nada asique comencé una relación imaginaria sin saber siquiera cómo se llamaba. Luego de cuatro meses tenía diseñadas siete posibilidades concretas de cómo podrían llegar a ser las facciones de nuestros futuros hijos y sus nombres.
Un día me subo a su colectivo (porque ya no era cualquier bondi pedorro sino el suyo) y tenía un bocadito Cabsha en la máquina que expende los boletos. Le pido que me lo regale (ya estaba mas relajada y esos bocaditos rellenos con rhum sacan lo mejor de mi persona) pero se niega a hacerlo.

-Es un regalo que me hicieron asique ya sabés.

Ya se ¿qué? Qué descarado!!! primero por no dármelo y segundo por pensar que yo también sería capaz de tomarme la molestia de comprarle alguna vez uno. Al otro día me subo y le dejo encima de la máquina expendora de boletos, un bocadito Cabsha.

-Gracias.

-No me agradezcas que no es para vos sino para mí. Para que me lo regales cuando me bajo.
Empezó a reír, supongo que confirmó que soy una persona fácil de persuadir. Me senté por primera vez en el primer asiento.

-Sabés una cosa? No te lo voy a regalar, me lo voy a comer ahora. ( y se lo comió nomás)

-Bueno, entonces yo me voy a comer el tuyo. El que sí compré pensando en vos para darte al bajarme. ( y me lo comí )
Empecé a reír, supongo que confirmé que era el tipo más reo y maravilloso de este mundo. Se puso por primera vez incómodo.
Siempre me gustó dormirme en los colectivos. Soy una campeona mundial en hacerlo con la boca abierta y la cabeza colgando para atrás y en despertarme una parada antes de la que me corresponde para poder peinarme, acomodarme la ropa y bajar como la Reina del Mar. Pero esa noche me falló el cálculo, me desperté acomodándome los pelos y tratando de lubricarme la garganta pero diez minutos después.

- ¡La puta madre, carajo! ¿Vani? Soy la gorda, amiga, me pasé de la parada.

-Jajajaja, te dormiste, gordolfa, que bolú. Dale, te espero, avisame cuando estés por alfar que te voy a buscar a la parada.

Él no entendía nada. Quizá pensó que finalmente Dios había oído sus plegarias y yo lo íba a acompañar hasta donde fuera necesario para declararle mi amor imaginario. Y no fué así pero casi. Justo donde el recorrido de esa línea termina, mi mejor amiga estaba esperándome para darme cobijo en su hogar y prestarme sus oídos. Llegamos. Me bajo.

-Esperá! Nunca me dijiste tu nombre!

-Dafne... ¿Y el tuyo?

-¿Cómo? Anotámelo porque no me lo pienso acordar.
Me dá una lapicera y un boleto. Se lo escribo al tiempo que el me anota el suyo y me lo entrega.

-Lo de arriba es mi nombre y lo de abajo, mi apellido.

Me bajo para encontrarme con Vani que miraba la escena como el momento cúlmine de la novela de las nueve donde cinco segundos antes de terminar, pasa eso que estuviste esperando durante una hora.

-¡Qué te dijo ,amiga!


-Me dió un papel con el nombre anotado.

-¿Y cómo se llama?

-No sé, no lo miré todavía. Arrancá ya, sacame de acá.

-Dámelo, yo te digo, tiene cara de Pablo.

-¿Está mirando para acá?

-Si, obvio. Toquemosle bocina.

-Arrancá ya!

El papel tenía efectivamente su nombre pero su apellido era un número de celular.

-Que pendejo creído...


-Si amiga, pero está bueno y a vos te encanta. Vamos a llamarlo.

-¿Ahora?

-Sí, ya. Vos hablá desde el inalámbrico que yo los escucho desde el fijo.

-¿Y que le digo?

-Gorda, cualquier cosa. Maneja un colectivo no es premio nobel de literatura.

-Precisamente, no debe tener nada interesante para decir y yo de bulones, pistones y máquinas expendedoras de boletos, cero.

-Dale...

Marqué un número de celular anotado como apellido en un papel, que me diera un colectivero de línea al que conocí cuatro meses antes, del cual me había enamorado platónicamente, quien me negara un chocolate luego de haberme rebajado al pedírselo, y el cual no hiciera ni el mas mínimo intento de retener en su memoria mi nombre. Suena una sola vez. Atiende.

-Hola, soy Dafne.

-Ya sé. Sabía que me ibas a llamar.

                                             (CONTINUARÁ)

domingo, 8 de mayo de 2011

NO SOY YO... SOS VOS

Luego de comer unos ñoquis con salsa fileto y una bondiola de cerdo en salsa de orejones, tomates secos, ciruelas, azúcar negra, panceta, salsa de soja y mostaza acompañado de una guarnición de batatas al horno y finalizando con una fondeau de chocolate semiamargo y frutas de estación, quien suscribe y su prima Silvita hemos arribado a la conclusión de que no somos nosotras quienes debiéramos privarnos de semejantes bufetes pantagruélicos sino que la sociedad en la que se desarrollan nuestras vidas tiene la obligación indiscutible de modificar los parámetros de belleza.
Entiendase que no es un manifiesto en contra de la vida sana sino una reivindicación a la buena vida. Por este motivo hemos decidido decretar nuestra moda ideal.
A saber:
1- El próximo verano debe estar de moda la panza, las chichas, la celulitis, las estrías.

2-El concurso de cola "Reef" será suplantado por el de cola "Pifff".

3- Tener carisma debe ser mas cool que estar buenísima.

4-La ensalada Caesar con agua mineral será reemplazada por el lomo al champignon con milhojas de papa y vino tinto.

5-El helado en la cama debe incluírse dentro de la dieta obligatoria.

6-La cara lavada tiene que ser el mayor exponente de belleza mundial.

7- Las modelos de la próxima temporada basaran su imagen en los cuadros de Botero.

8- Las medidas del cuerpo ideal oscilaran en 89/73/104.

9-Las arrugas y las canas marcaran tendencia.

10-Los productos light serán sinónimo de pobreza espiritual y bajo nivel de amor propio.

jueves, 5 de mayo de 2011

MI PRIMERA VEZ...PAPÁ!!

- Boluda! ¿A que no sabes quién me escribió por el chat para contarme que va a ser padre?

- No, no se.

Laura me llama a las once y media de la noche para relatarme con el agudo y penetrante timbre de voz que la caracteriza que mi primer amor, mi primera vez, mi primer novio, le contó que va a ser padre. Y ella automáticamente se ve en la obligación de tener que compartirlo conmigo.

-¡Qué bueno!

-Las minas son mas vivas… Lo ven con un poco de futuro, saben que tiene un buen pasar y enseguida se quieren hacer un pibe.

Nunca entendí porque mi hermana mayor transita por la vida creyendo que todas las mujeres que no pertenecen a su familia o reducido grupo de amigas, solo tienen como objetivo embarazarse a fin de asegurarse un bienestar por el resto de sus días.

-Bueno pero será la novia. ¿Está contento?

-Siiii… Me dijo: “mi mujer está embarazada, voy a ser papá”.

-Me alegro.

-Yo también. Solo quería contarte eso. Chau.

Fin de la conversación.
Porque tenía yo que enterarme de eso no sé. Me alegra, sí, pero me da nostalgia. Nono, no me da celos, envidia ni nada parecido. Me hizo un poco de ruido.
Mi primer hombre, quien me introdujera en el fantástico mundo del sexo y del amor, pasaba a la siguiente etapa. Él, que se emocionaba hasta las lágrimas viendo cuando un perro se reencontraba con su dueño en el programa de  Raúl Portal. Él, que lavaba el auto escuchando Carlos Mata, que se sabía íntegras las letras del Pimpinela Gold. Él, que cuando le dolía algo o se sentía mal me decía “estoy pachucho”, se va a convertir en padre.
Me acuerdo cuando nos conocimos en el gimnasio del Club Peralta Ramos. Sin saberlo vivíamos a cinco cuadras por lo que se ofreció llevarme a casa, (seguimos viviendo a la misma distancia y sin cruzarnos, cosas de la vida).


-Sos muy tímido, ¿no?

       -Sí, bastante. ¿Por?

-Porque si no lo eras te iba a pedir que estaciones el auto acá mismo y me des un buen beso.

Era tímido pero me hizo caso. Y nos hicimos novios.
Yo me había leído todas las ediciones de Cosmopolitan y sentía que era mi momento de poner en práctica lo aprendido. Perdí la virginidad en un Gol azul patente BTB mirando a la laguna de los estacionamientos del complejo balneario de Punta Mogotes.

-Mamá tengo que contarte algo.

-Qué hiciste?

       -Tuve mi primera vez.
       Todavía no sé como no se cortó un dedo mientras picaba en la tabla o peor aún me acuchilló, lo que si entiendo es que  las lágrimas de cebolla y las de temor a que los hijos crezcan pueden mezclarse pero son bien diferentes.

       -¡Qué! ¿Te volviste loca? Hace veinte días que conocés a ese chico! Te cuidaste? Mañana vamos a la doctora y empezás a tomar pastillas.

       -Tranquila mami. Esto va para rato.

       Éramos chicos y pobres pero felices. Nos íbamos a la escollera norte y transformábamos el auto de       sus padres en un telo 5 estrellas. Empanadas, jugo, música romántica del estilo que, como diría mi hermano, si no mojás con eso no lo haces con nada, chocolates, almohadas, frazadas.
Poner los jeans y las remeras en los vidrios requería de toda una técnica. Y a rezar que no llueva.
Nunca me voy a olvidar cuando en plena acción se me da por mirar para el costado y veo a un pajero con las dos manos al costado de la cara mirando para adentro. El grito más suave que pegué que se escuchó desde Otamendi y mi novio se bajó del auto en culo a correrlo para cagarlo bien a trompadas. Yo seguía en pelotas y gritando.
En fin, mi primer hombre, mi primer amor, ese con el que sólo por el mero hecho de robarse nuestro mas preciado tesoro creemos que vamos a casarnos, llenarnos de hijos y morirnos de viejos, va a ser papá. Me alegra, sí, pero me da nostalgia.