Nos miramos asombradas y con cierta desconfianza. ¿Se trataba eso de un acto de vanidad?¿Acaso fui tan obvia al mirarlo todas las noches?¿Olfatearía, cual perro a la defensiva, la adrenalina que mi cuerpo generaba a diario al pasar por su lado fingiendo que su presencia no era mas que una mera casualidad del destino? Tuvo la gentileza de aclararmelo antes de verme obligada a preguntárselo.
-No es que lo sabía, en realidad simplemente lo deseaba. Esperaba que lo hicieras de tal manera que terminé creyendo que iba a pasar.
Comprado. Verdad o mentira daba igual. Si un tipo nos gusta no escuchamos mas que lo mínimo indispensable porque ya decidimos de antemano si tiene chances o no. Conversamos un rato. Le pasé con mi amiga y descubrimos que le coqueteaba, lo dejamos fluir y se lo confesamos. Ambas estábamos oyendo la misma novela: el tipo era un chanta hecho y derecho. El café lo acepté igual, después de todo si yo supiera que él tiene un amigo tan increíble como lo está la mía, quizá hubiese jugueteado un poco también.
-Mañana a las dos de la tarde en la puerta del Paseo Diagonal que da a la esquina de Belgrano.
Esa noche no dormí. Lo encuentro en la esquina del shopping. Tomamos un café a la vuelta. Hablamos de todo lo que NO se debe hablar en una primera cita: proyectos personales, novios, conflictos laborales, desgracias familiares. Tomando un café descubrís boludeces como que su ex novia y su actual, porque oh! Tenía una novia en curso, se llaman igual que tus dos hermanas.
-Mirá, esto es sencillo. Somos grandes, los dos tenemos una vida y vamos a seguir adelante con ella. Es obvio que estamos acá por algo más que conocernos de vista pero quiero que sepas que, a pesar de sentir que no tenemos nada en común, no puedo dejar de pensar en vos y tampoco puedo seguir haciéndome la boluda.
- . . .
-Necesito saber qué es lo que me pasa si estoy con vos. Asique me parece que por nuestro bien y el de las personas que están invoclucradas en esto, lo mejor que podemos hacer es acostarnos, sacarnos las ganas y olvidarnos. Después de todo, ambos estamos complicados.
- . . .
-¿Te parece?
- WoW! Esto sí que es el paraíso. Que una mina que está buena y te gusta te proponga acostarte con ella, ya es un milagro, pero que además de eso te plantee que entiende la situación y no quiera problemas, es demasiado.
Nos fuímos a trabajar pensando en el café y nos mandamos mensajes de texto durante todo el día. A la hora de subirme a su colectivo ya teníamos armado tal romance que parecía una novela mexicana de Thalía. Se bajó cuando un semáforo estaba en rojo para meterse directo a un kiosco. Esta es una costumbre colectivera que suele fastidiarme bastante, pero en este caso, me servía para mirarlo de lejos y suspirar. Cigarrillos, pensé. Fumaba mucho y eso me representaba un problema.
-Tomá. ¿Me tenés esto, por favor?
Me da un bocadito Cabsha. Sisi, esos que me gustan tanto a mí y que una vez me negó rotundamente. Se lo agradezco y no termino de hacerlo y comérmelo que se da vuelta otra vez.
-Ah, y teneme también esto.
El envoltorio acusaba un bocadito Marroc. Y siguieron un Bom o Bom, Titas, Rodhesias, y demás cantidad de golosinas que aumentaban su tamaño y la temperatura de mi cara, a medida que avanzábamos en el recorrido. No hay con qué darle… no existe nada tan seductor como que te regalen veinte chocolates en veinte minutos.
Me bajé tan enamorada como confundida. Y le escribí para decírselo. Y le volví a escribir para retractarme. Y empecé a darme cuenta que estaba siendo absurda, molesta y demasiado sincera. De las diez a la una y viente de la mañana, no paramos de expresarnos amor puro disfrazado de piropos e histeriqueo.
“Ya terminé. Se largó a llover y estoy volviendo para el taller. Besos, hermosa. No paro de pensar en vos pero si no dejo de escribirte me voy a terminar matando.” Recibí.
“Besos. Y no te mueras que ahora que te conozco te quiero vivo.” Respondí. Y coloqué en mi top ten de frases mersas a este último mensaje pedorro.
“Mañana paso por tu trabajo a las 10 y desayunamos juntos. Que descanses.”
Fin de la conversación.
Diez de la mañana, once, doce… Mi Rolando Rivas no daba señales por ningún pasillo del paseo. Llamo a su celular y no me atiende. Le mando un mensaje y no me responde.
Veinte minutos después de dejar de escribirnos, la noche anterior, un auto se cruza delante del bondi para hacer una maniobra indebida, el intenta esquivarlos para no provocar un accidente y al conseguirlo, se choca dos columnas de luz. La primera estalla el parabrisas, se parte al medio y se mete dentro del colectivo para impactar en el asiento del conductor. La segunda, se dobla dejando al colectivo montado sobre ella.
Final de una historia que terminó antes de empezar...
Final de una historia que terminó antes de empezar...
AY Daf, me dejó un sabor amargo! Inventate una tercera parte con otro final por favor...
ResponderEliminarmuy buena. el final, aunque retorcido e increible me suena terriblemente familiar, al igual que el resto de la historia :)
ResponderEliminarY bueno... el algún momento hemos sido como de la familia!!!! Salió la tercera parte igual para aquellos que no me dejaron terminar la trágica historia
ResponderEliminar