El verdad que el romanticismo está en crisis. Que ya nadie escribe cartas, que los besos no duran y que es difícil la conexión.
Pero hay algo que nunca pasa de moda:
Ese momento en que alguien te mira, te agarra, y te da como a cajón que no cierra.
Sí, lo dije! FUERTE Y CLARO. Y no me arrepiento. Qué lindo es que te peguen una buena culeada.
Porque hay una verdad universal y poco confesada: a veces, lo único que se necesita es una buena sacudida con entrega, fuerza y garra.
Y no estoy hablando solo de fuerza física.
Estoy hablando de la intensidad emocional, del cuerpo que se rinde al deseo como si no existiera mañana, del "me vas a olvidar, pero no esta noche".
Porque el sexo fuerte no es solo hardcore.
Es conexión brutal.
Es entrega sin miedo a despeinarse, a romper una media o a que se escuche el colchón haciendo más ruido que tu reputación.
Y sí, hay una delgada línea entre que te amen con fuerza… y que parezca que están haciendo crossfit encima tuyo.
Por eso se valora al que lo hace bien. Gracias señor por esos hombres que no se guardan nada, que no miden generosidad pasional. Al que no pide permiso con palabras, pero lo hace con piel, con mirada, con presencia.
Ese que sabe que no se trata de apurar los trámites sino de tomarse el tiempo para penetrar sin miedo. Emocionalmente, físicamente, existencialmente.
Y cuando todo termina y quedás tirada como trapo en la cama, pensás:
"Quién puede quejarse de no haber recibido un ramo en primavera cuando se liga flor de cogida. Qué lindo fue."